1 de diciembre de 2013

Dos cositas sobre la tele valenciana

¡Menudo barud se ha armado con la tele valenciana...! Porque ahí ha hecho el ridículo media humanidad. Empezando por el PP, por supuestísimo, pero terminando por los mismos periodistas del medio y por los propios ciudadanos de Valencia, Comunitat Valenciana, País Valencià o cualquier cosa, menos el histórico Reino de Valencia, que es lo que toca, pero sobre lo que algún descerebrado decidió que aquí reino sólo hay uno y Juan Carlos su profeta.

Concentrándonos en lo de la tele. Yo lo siento por los trabajadores pero, ojo, por los trabajadores de base, o, dicho de otra forma, los trabajadores no directamente vinculados a la información o a los contenidos: electricistas, cámaras, decoradores, administrativos y, en fin, todos los profesionales no redactores, no periodistas. Porque, por lo que se refiere a los periodistas, lo mejor que podrían hacer es ponerse unas gafas de sol, subirse las solapas de la gabardina, bajarse las alas del sombrero y borrar de su curriculum su época de servicio a Radiotelevisió Valenciana. Porque, lo sigo con toda sinceridad, eso es algo que deberían sobrellevar pálidos de vergüenza.

El servilismo que durante años han exhibido, sin una voz más alta que otra ante manipulaciones, mentiras, falsedades, ante la edificación de un tebeo de mentiras, engaños y luz de gas específicamente destinado a la manipulación de la ciudadanía, es verdaderamente degradante. Salvando las distancias que hay que salvar -que son muchas, pero no todas, como ahora vamos a ver- ellos han cometido en el periodismo el equivalente a lo que hicieron los médicos reclutados dentro o fuera de los campos de exterminio como ayudantes forzosos del doctor Mengele u otros ejemplares similares. Cabe recordar que aquellos que pudieron probar esa compulsión, esa fuerza, no fueron encarcelados ni mucho menos ahorcados, pero fueron inhabilitados a perpetuidad para el ejercicio de la Medicina porque se entendió -con buen criterio- que quienes habían llevado a cabo esas prácticas, aún forzados, no podían poner sus manos sobre un paciente, el objeto sagrado del acto médico. Se entendió que habían quedado indeleblemente manchados. Con los periodistas de RTVV hay algo de eso, han vulnerado brutalmente la ética más básica y primaria de su profesión y la sociedad -ya que no la Justicia, porque la conducta es atípica- debería privarles para siempre del ejercicio periodístico.

Y por si eso fuera poco, el espectáculo que han dado estas últimas semanas ha terminado por ser vergonzoso. Queriendo lamentarse -a toro pasado, claro- de su participación obligada en ese inmenso parque temático de mentiras y de manipulación, exponiendo a la luz pública, con luz y taquígrafos todas estas mentiras en su más dramática extensión, no han hecho sino redactar una descomunal acta de acusación contra ellos mismos.

Ayer, miles de manifestantes se echaron a las calles exigiendo que la Comunidad Valenciana (o País Valencià, o etcétera) recupere su televisión pública. Es una exigencia justa y necesaria, sí, pero se me ocurre preguntarme... ¿cuántos de los que ayer se manifestaron reclamando -con toda justicia, insisto- esa tele pública valenciana han estado años y años votando pertinazmente al PP? ¿Cuántos, en fin, van a seguir haciéndolo? Porque ayer aparecía por ahí una encuesta o sondeo según la cual sí que el PP caía en escaños, pero no tanto como para que, con UPyD, que parece que pilla dos o tres, no pueda reconstituir una mayoría. O sea: primero votamos en masa al PP, después nos echamos a la calle contra las trapazadas del PP y, a continuación, seguiremos votando en masa -aunque un pelín menos- al PP. De locos.

De locos hasta el punto de decir aquello que ya he repetido alguna vez: tenemos lo que se merecen.

Porque esto pasa a nivel nacional también... Tanto PP como PSOE -los dos partidos, uno por otro, que nos han llevado a la ruina- mantienen un suelo electoral considerable. Se pierden las mayorías absolutas, desde luego; crecen, sí, los partidos pequeños (IU, UPyD y, localmente otros, como C's, en Cataluña); pero PP y PSOE ¡todavía con millones de votos, es que manda huevos! siguen cortando el bacalao.

Y cuando sea sistémicamente necesario, ejecutarán sin contemplaciones ese corte. Eso de que la LOMCE de Wert será pura y simplemente derogada cuando el PP pierda la mayoría es mentira, no os lo creáis: si es necesario para ello el voto del PSOE no habrá derogación. A lo sumo habrá una mínima descafeinización por la presión nacionalista, pero nada más. Absolutamente nada más. No se derogará la LOMCE y mucho menos aún se derogará la Ley de Seguridad Ciudadana. Mientras esté aquí uno de esos dos, no se va a derogar nada. Lo que ocurre, simplemente, es que cada cual va haciendo el trabajo sucio que le toca cuando le toca. De la misma manera que, en lo que importa al sistema financiero, por ejemplo, el PP no ha tocado ni un milímetro la política que inauguró el PSOE; en todo caso la habrá intensificado -en contra de los ciudadanos, naturalmente- pero no ha corregido nada sustancial.

O sea que mientras nos sigan engañando con banderitas y con peces de colores, nosotros, los ciudadanos, seguiremos siendo las putas que, encima, pagan la cama, o, como decimos en Cataluña, els cornuts que paguen el beure.

PS - Trabajadores -y, muy especialmente, periodistas y creativos- de TeleMadrid: cuando las barbas de tu vecino veas pelar...

Imagen: Ferbr1 en Wikimedia Commons
Licencia: CC-by-sa

3 comentarios:

  1. Empezaron quitando a los tribunales de enmedio en temas de descargas con la Ley Sinde. Ahora quieren quitar a los tribunales de enmedio de las huelgas con la Ley de Servicios Mínimos, y con Ley "antiprotestas". ¿Qué va la apuesta que en la próxima reforma laboral quitan de enmedio a los tribunales de los ERE y los despidos, para que no pueda ocurrir el "ZasEnTodaLaBoca" que ocurrió en Valencia. Al final el poder judicial va a quedar como un poder "pequeñito".

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  2. Yo creo que deberían cerrar todas las televisiones autonómicas, TODAS. Sólo han servido como correa de transmisión del gobierno partidista de turno, y para derrochar los dineros públicos de las comunidades.

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  3. Es curioso que se hable de lo malas malotas que son TODAS las teles autonómicas (el sueño de todo buen no-nacionalista español sería chapar TV3, nos engañemos) y aquí nadie suelte prenda sobre la sangría que le supone al ciudadano TVE, con una deuda de 7.500 millones de euros. Si queréis droga dura, poner TVE1 a primera hora de la tarde y veréis lo que es una tele pública y de calidad.

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