15 de julio de 2014

Esto quisísteis, esto tuvísteis

Lo he dicho muchas veces: parte importante de las cosas que nos contrarían, suceden porque nosotros permitimos que sucedan. Nuestra molicie, nuestro hedonismo, nuestro menfoutisme y, en ocasiones, nuestra extrema cobardía, nuestra absoluta falta de redaños no para afrontar grandes desafíos sino incluso para correr pequeños riesgos, son campo abonado para que el político felón haga con nuestras vidas lo que le dé la gana en función de sus propios intereses y de los intereses de sus protegidos, cómplices, inductores o encubridores.

Hagamos un pequeño repaso.

Ley Sinde

¡Hay que ver la que liamos en las redes sociales! «¡Arde Twitter!», se leía por ahí. Y sí, sí, manos al teclado, la liamos parda. Y exclamamos sapos y culebras ante cualquier medio de comunicación que nos dio cancha. Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese... y no hubo nada.

Esta es nuestra triste y cutre historia.

Pero seguimos acudiendo a las salas de cine. Se van cerrando, sí, pero las más van sobreviviendo. Y cuando bajan precios, acudimos en tropel. En este punto, quisiera aclarar que utilizo la primera persona del plural como licencia literaria: con una sola excepción -de la que, además, me arrepiento- hace veintitantos años que no piso un cine y, además, lo tengo a gala.

Si hubiéramos hecho un boicot total y absoluto a las salas de cine y a la compra de DVD, en una sola semana, dos a lo sumo, nos hubiéramos cargado la ley Sinde. Pero cada cual tiene su excusa: hombre, es que es cultura (?), qué hago si no... o el colmo de la chinchorrería: pensar -y, a veces, sostener- que estas actitudes son propias de pringados. Casualmente, los que más sostienen esta opinión suelen ser los más pringados, pero en fin...

El caso es que no hay capacidad de sacrificio ni para prescindir de dos semanas de cine, que ya ves tú qué privación tan espantosa.

Pues ahí tienes la Ley Sinde. Y espera a que modifiquen la LPI un día de estos y verás lo que es bueno.

Canon AEDE

Plataformas, gurús, todos gritamos contra el canon AEDE que nos van a clavar irremediablemente en próximas fechas. Las redes también bajan, torrenciales, llenas de protestas. «¡Arde Twitter!» como les gusta decir a los gilipollas del papel. Pues Twitter arderá, pero a las sedes de los partidos pesebreros no llega ni el olor a humo. Y si llega, ya les echa ambientador -que es de lo que se trata- la prensa asimismo del pesebre.

Pero cada día se venden periódicos. Cada vez menos, dicen, pero se venden. Miles de bares temen perder su clientela si cancelan sus suscripciones. Muchos particulares son incapaces de desayunar el bocata de las 10 sin hojear un periódico hecho de árboles muertos, pese a que unos cuantos llevan una tableta en el maletín y el bar en cuestión tiene wifi. Y mucha gente compra el periódico en papel por analfabetismo tecnológico, o porque llevar un periódico bajo el brazo bien visible hace intelectual, o progre, o patriota, según la cabecera.

Si un buen día los kioskeros devolvieran íntegro su paquete de ejemplares a la distribuidora, si se sucedieran de minuto en minuto las llamadas, faxes, cartas y demás cancelando suscripciones, antes de una semana nos habríamos cargado el Canon AEDE

Pero se ve que tampoco puede prescindirse del periódico de papel ni siquiera una semana, pese a que la Red está materialmente abarrotada de prensa digital de todos los colores y calidades. Y gratuita en su mayor parte.

Pues nos vamos a comer el canon AEDE. Y ya está. No le demos más vueltas.

Ley Mordaza

Esa quizá es más complicada de cepillarse mediante un boicot directo, habría que hacerlo de modo indirecto. Habría que buscar un grupo empresarial lo suficientemente potente como para que su presidente, presa del pánico, llamara a Rajoy, le ordenara meterse por el culo la Ley Mordaza y Rajoy procediera a bajarse los pantalones sin rechistar, e ir de frente contra ese grupo empresarial, sin contemplaciones.

Evidentemente, si para la Ley Sinde o para el Canon AEDE, con targets tan evidentes, no hay manera de proceder a un boicot efectivo, imaginarse si primero hay que discutir a quién boicoteamos, aunque tampoco imposible porque, a elegir entre una docenita, da igual una que otra. Sin embargo, sabemos que no va a ser así.

O sea que nos van a enchufar la Ley Mordaza tan fatalmente como nos vamos a comer el Canon AEDE y tan irreversiblemente como nos hemos tragado la Ley Sinde.

Así que menos quejarse y menos ignición en las redes sociales: todo esto nos pasa, simplemente, porque queremos.

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