El prusés era imposible -o redondamente ridículo- si no integraba en él a los socialistas catalanes, una fuerza políticamente en horas bajísimas -coyuntura que no tendría por qué ser necesariamente perpetua-, pero con una importancia histórica de pasado y sociológica de presente más que significativa. Por eso no cesaron de segarle la hierba bajo los pies a Pere Navarro. No les costó mucho, porque el pobre tampoco iba muy allá y llevaba una empanada mental de mucho cuidado, con esa manía de no estar estando desde dentro pero fuera.
Bien: lo han conseguido. Se han cargado al pobre Pere y, en cuatro días, la beautiful de Sant Gervasi meterá al PSC de cabeza en la coalición independentista y todo el cinturón otrora rojo de Barcelona se puede encontrar con la barretina puesta a modo de gorro frigio, sin comerlo ni beberlo.
A menos, claro, que den el gran hostión en el PSC y pongan a Sant Gervasi a morder el polvo (tienen fuerza sobrada para ello, pero me pregunto si tendrán también cuadros que sepan aplicar correctamente esa fuerza). O bien que le regalen el PSC a esa especie de barrio chino perfumado del independentismo ¿sociata? y establezcan la marca PSOE en Cataluña, cosa que suscita, según todos los indicios, una fuerte división de opiniones dentro del partido.
Ellos mismos: pero que tengan claro que si abandonan el socialismo catalán a la tropa de Geli, Maragall y otras hierbas, estarán limpiando su propio culo con el papel de lija de la independencia.
Y no sé yo si tendrán sus hemorroides para esos trotes.
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