5 de junio de 2014

República

Tengo un sentimiento bastante encontrado en el tema de la república. Soy republicano porque pienso que ser monárquico en el siglo XXI es, para no utilizar palabras gruesas, retrógrado, desfasado y anacrónico. Aunque quizá las palabras gruesas serían más apropiadas, pero dejémoslo así.

Ahora bien, la palabra «república» no significa, en sí misma y en el contexto actual, más que ausencia de monarquía, con lo que la cosa queda un poco colgada. ¿De qué república estaríamos hablando? ¿De una república cuya diferencia con la monarquía sería la electividad del jefe del Estado? No sé si para este viaje harían falta alforjas: para mantener un elemento inútil, lo mismo da que sea el mismo, con caráctrer hereditario y vitalico, que un tío o tía que pudiéramos cambiar cada X años. En puridad. Si hablamos, en cambio, de una república presidencialista, ya es otra cosa. Pero... ¿qué tipo de república presidencialista? ¿Una en la que el presidente es, a la vez, el jefe del Gobierno -como en Estados Unidos- u otra en la que el presidente y el jefe del Gobierno tienen competencias propias e incompatibles entre sí, como en Francia?

Personalmente, hace mucho tiempo que tengo decidido que no pienso votar ninguna opción -ni república, ni independencia (en caso de que llegara ésta a consulta legal) ni ninguna otra cosa- si no llevan grapado un completo proyecto constitucional. Porque si aún con el completo proyecto constitucional me la pueden dar con queso, figúrate sin él.

En España, tenemos un problema con esto de la república, y un problema grave. Con más o menos simpatías que algunos le puedan tener a Juan Carlos por aquello de que trajo (?) la democracia (?), es decir, por encima del fenómeno de juancarlismo sobre monarquismo cabe admitir que la mayoría de españoles es republicana, pero, como pasa con la monarquía y Juan Carlos, se trata de un republicana, sí, pero....

Aunque pretenda negarse y se vendan torticeramente sus maravilosas e infinitas virtudes, la cuestión cierta es que muchísimos españoles guardan de la IIª República una memoria y una imagen -propia o heredada- fatales. Yo diría que espantosa. Lo cierto es que por más que se empeñen muchos corifeos republicanos -haciendo flaco favor a su aspiración y a su idea, y, de paso, a la mía- la IIª Repúblcia fue un desastre de principio a fin. Que vale, que sí, que hizo cuatro cosas culturillas muy interesantes y que promocionó a la mujer y le dio el voto... Es verdad, pero esto me suena a cuando se habla de Cuba en referencia a una estupenda estructura sanitaria (que, además, no es verdad, al menos del todo), como si ahí empezara y terminara todo y como si todo lo demás no fuera una completa mierda. La verdad es que la IIª República fue un caos completo entre tiros a la barriga, sanjurjadas, seisdeoctubres, frentepopulares y bueno, su final -me refiero a los meses inmediatamente anteriores a julio de 1936, porque lo que vino después ya fue inenarrable y me niego, por puro republicanismo, a considerarlo como república, al menos en el sentido normal de la palabra- fue un desbarajuste y una barbaridad que constituyó el perfecto caldo de cultivo de la sublevación que acabaría con ella. No digo que la república fuera, propiamente, culpable de la sublevación, pero por su propia imprudencia, por su propio descontrol, abonó el terreno para que ésta se produjera.

Cuesta mucho, muchísimo, convencer a un gato escaldado de que se meta en agua fría, pero sólo un poco menos que convencer a muchísimos españoles -yo creo, y me disgusta, pero es así, que son mayoria- de que una IIIª República no tendría que ser como la del 31. Porque, además, tampoco el pueblo español es hoy aquel pueblo analfabeto y levantisco de los años 30, tal como se vio en la transición y, en lo referente a levantisco, tal como se está viendo en el cabestrismo con el que ahora está tragando carros y carretas.

Lo peor es que muchos de los republicanos que salen a la luz -y sospecho que la mayoría de los que se echaron a la calle anteayer- más que republicanos parecen, con demasiada frecuencia, segundarrepublicanos, cosa que hay que reconocer que produce repelús. Me lo produce incluso a mí.

Creo que nada podría ser más desastroso para España, en términos históricos, además de los obvios, que una IIIª República que fracasara; y más aún si esa IIIª fracasara por motivos iguales o similares que los que dieron al traste con la IIª.

Por lo demás, veo también demasiado oportunismo en lo de anteayer, demasiado desahogo de una ira, más que justificada, eso sí, pero que por eso mismo, por esa misma ira, lleva a las sospechas de segundarrepublicanismo. A la IIIª República, justa y necesaria, hay que llegar tras un debate sosegado entre todos los españoles, un debate en el que se hable de proyecto, en el que se diseñe la morfología de esa república, diseño lo suficientemente explícito e inequívoco para que de él pudiera deducirse un proyecto constitucional adecuado y ajustado; un proceso, un debate -no una algarada- que llevara a esa IIIª República sin mayor trauma que el de una dinastía haciendo las maletas. No creo que unos pocos años más de monarquía, después de lo que llevamos ya tragado, sean un precio demasiado caro por hacer las cosas bien.

La semana pasada se hablaba desde el poder y desde los medios pesebreros de dar unos retoques a la Constitución. Tras el anuncio de la abdicación del rey (no se ha producido todavía), parece, de pronto, que tengamos una Constitución nueva y la IIIª República a la puerta de casa. La primera es imprescindible a plazo medio: el tinglado de 1978 se ha derrumbado y ya no lo solucionan unos retoques; ni siquiera Rajoy ha negado redondamente la posibilidad, se ha limitado a decir tres tonterías con la boquita pequeña, pero es bastante probable que las Cortes que salgan de las elecciones de 2015 sean pre-constituyentes y hayan de disolverse anticipadamente para votar, entonces sí, unas Cortes constituyentes como la copa de un pino. A menos que nos den el timo de la estampita, como hicieron en 1977 y unas Cortes normales, votadas como tales, se autoinstituyan en constituyentes; pero eso no sé si lo aguantaría la calle, en este país vete tú a saber...

Menos impaciencias: yo estoy convencido de que la república, hoy, perdería un referendum. Y por goleada, además.

Lo de la república es muchísimo más complicado: por más que las cifras de hace dos días fueran apreciables -las realidades son las que son- no podemos perder de vista que decenas de miles no son centenares de miles y menos aún millones. En este caso no es tan demagógico acudir al concepto de mayoría silenciosa, quizá porque, además, no lo es tanto: las redes sociales bajan tan llenas de republicanismo como de anti-republicanismo, lo cual me suena a fractura severa -y quizá a algo peor- como la historia republicana se quiera llevar adelante, ahora o a corto plazo, contra viento y marea.

Este país tiene que aprender a reflexionar, que por ahí nos las dan todas.

Imagen: Fuenterrebollo en Wikimedia Commons
Licencia: Dominio público

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