Con alguna frecuencia, tenemos follón a cuenta de algún caso de sexismo, más o menos presunto. Esta vez ha sido a raíz de unas damas a las que una discoteca ha colocado en FITUR en medio de un pasillo y en paños bastante reducidos a fin de promocionar el negocio y [dicen que] la población en que está enclavado, Gandía.
El caso es que Alberto Fabra y el alcalde de Gandía se han desmarcado de la cuestión y han negado que esa exhibición de voluptuosidad femenina pueda aceptarse como representacón de los territorios de su respectiva jurisdicción, lo cual desató un artículo del inefable Toni Cantó que, encontrando la mar de normal la exhibición de señoras hipermásticas, aprovechó para hacer una macedonia de churras y merinas con comunistas, corrupción y hasta bomberos. Este artículo fue contestado en Twitter por una tal Barbijaputa (@Barbijaputa) -cuya identidad real desconozco- tuiteos que fueron a su vez contestados en términos bastante duros por otros usuarios de la red, lo que motivó una dúplica de Barbijaputa en ElDiario.es, dúplica sobre la que he de decir que, en términos generales, me parece muy plausible.
Yo nunca he sido muy de discotecas, ni siquiera cuando tenía la edad de ir a esos sitios, y, por tanto, he acudido muy poco y siempre he lamentado no haber ido aún menos. Quizá porque tampoco me gusta bailar, y menos la danza de la lluvia, que es lo que a todas luces (bueno, luces, pocas y sincopadas) se hace allí. Tampoco entiendo cómo puede ser que en un lugar donde la comunicación es absolutamente imposible se busque -y, más increíblemente aún, se encuentre- sexo. A lo mejor es porque mis sendas de los elefantes, discurrían por parajes más tranquilos. Por eso no deja de sorprenderme que se use el tirón sexual para atraer clientela a una discoteca, pero luego recuerdo que también se utiliza para vender, por ejemplo, neumáticos y me sorprendo un poco menos.
Personalmente, me ofende bastante que usen el gancho sexual para atraerme a una oferta comercial, porque eso representa suponerme un imbécil incapaz de refrenar sus impulsos primarios (además de un panoli que ignora que, consuma o no el producto, no va a alcanzar los favores de esas señoras). Me siento como si me ofrecieran un purgante elegantemente presentado en una adornada copa de coctelería, a fin de que adquiera papel higiénico.
No soy -y nunca me las he dado de- feminista, aunque tampoco comprendo bien el alcance de esa palabra, así que vete a saber, pero ser padre de mujeres da una perspectiva bastante especial a este asunto, quizá porque la visión de jovencitas de su edad vestidas de conejita más o menos cutre me provoca una transposición inmediata y sumamente desagradable. La misma que me acomete cuando imagino a una de mis hijas contestando de buena fe a un anuncio en el que solicitan azafatas de congresos a 60 euros por día, para encontrarse con que lo que realmente quieren son putas a 400 euros por hora, a beneficio de cierta chusma que acude a los congresos para echar una canita al aire. Y, por cierto, hay que ser tonto (tonta, en el caso) para tragarse lo de los 400 euros a la hora: ninguna prostituta de ningún nivel gana eso neto (dudo de que ni siquiera bruto).
¿Recordáis aquella entrada sobre la azafata del autobús? Pues cuando veo a esas pobres chicas voluptuosas, pintarrajeadas y en paños menores haciendo el indio en medio de cualquier certamen (seguro que, además, por tres pesetas), me acomete la misma sensación, pero en sentido diametralmente inverso: pienso que tendrán un padre y una madre, que se habrán esforzado para darles los pocos o muchos estudios que tengan (que no te sorprenda que sean licenciadas en cualquier cosa, ojo) para acabar viéndolas así, muslos y escotes al viento, promocionando una discoteca cualquiera. ¿Y qué estarán pensando esos padres y esas madres? Quizá encima bendiciendo que tengan en qué sacarse un duro sin tener que poner el coño más allá de lo socialmente tolerado, después de tantos años trabajando y sacrificándose para que a sus hijas les paguen por el cerebro y no por el culo. Y que no me vea yo en las mismas.
Por eso me da asco usted, señor Toni Cantó, por eso he desconfiado siempre de UPyD y por eso jamás votaré a ese partido.
Dicen que me gusta llevar la contraria a todo el mundo. Pero yo respondo lo que el conductor kamikaze del chiste: es todo el mundo el que se empeña en llevarme la contraria a mí
28 de enero de 2014
1 comentario:
Ojo con lo que dices. Aquí puedes criticar a quien quieras y a lo que quieras (a mí incluido) pero guardando ciertas formas. El insulto y la falta de respeto, los sueltas en la taberna o en tu propio blog, no vengas a tocar las narices al mío. Lo que quiere decir que si contravienes esta condición, borraré sin más lo que hayas escrito y me da igual que clames por la censura o por la leche frita. Pero no habrá que llegar a eso ¿verdad?
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Toni Cantó representa, en el Congreso de los Diputados. uno de los mejores papeles que haya hecho jamás: el de tontico de pueblo. La foto de estas chavalas sólo es un ejemplo más de la cutrez general que ha impuesto el PP blavenciano.
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