Ayer, este fin de semana largo propició una escena ciertamente sonrojante: la de nuestros ínclitos diputados largándose en auténtica estampida después de haber efectuado una votación y sin esperar al resultado de la misma (ya sabido, por otra parte, gracias a la absoluta hegemonía del PP). He aquí el numerito:
Sonrojante, sí, pero perfectamente democrático, si entendemos por tal la exacta representación de un electorado. Porque, señores, esto, pudiendo, lo hacemos todos. Y el que no lo hace sistemáticamente lo hace ocasionalmente, pero no hay nadie, nadie, que pueda tirar la primera piedra. Y no os canséis con ejercicios de autopuritanismo en los comentarios porque está claro que no los voy a censurar, pero ni voy a hacerles caso ni voy a rectificar. Nadie, repito e insisto para que quede claro.
Los que trabajamos en centros o unidades relativamente numerosos (donde trabajo actualmente hay unas trescientas y pico personas), lo vemos cada semana ante el reloj de fichaje: entre lunes y jueves, la gente va saliendo paulatinamente; el viernes puede verse un cierto apelotonamiento. Pero si hay un fin de semana largo, como este, y no digamos si hay un «puente» (un «puente» de verdad), las colas no llegan a ser importantes porque la gente ficha con la velocidad del rayo (fichamos por simple contacto de la tarjeta credencial, dotada de banda magnética), pero a nada que permaneciera cada uno solamente tres (3) segundos ante el reloj, habría colas de auténtico supermercado soviético. Es curiosamente así: cuanta más largo es el asueto, más pugna la gente por apurarlo hasta las heces (las «operaciones retorno» muchas horas después del atardecer del último día son otra muestra gráfica de ello).
Sí, el espectáculo dado ayer por nuestros diputados fue, sin paliativo alguno, vergonzoso. Pero antes de rasgarnos las vestiduras y de ponerles a parir, como sin duda merecen, démosle la vuelta a nuestro punto de mira, orientémoslo hacia nosotros y compartamos con ellos esta vergüenza.
Otro día hablaré de por qué nos gusta tan poco trabajar, incluso cuando nuestro trabajo sí nos gusta, y explicaré mi punto de vista sobre por qué la presunta pereza española (que no es tal, al menos generalizadamente, sino otra cosa) tiene buenas razones de ser.
Pero, hoy por hoy, mirémonos en estos diputados. Somos nosotros. Tal cual.
Hay excepciones, lo puedo asegurar.
ResponderEliminarY tambien hay gente a quien los puentes o fines de semana largos le revientan la existencia.´