Desde que he descubierto una aplicación que se chiva de los unfollows de Twitter, me lo estoy pasando bomba. Antes, me costaba mucho ya no descubrir por qué me había dejado de seguir ese tío o aquella tía, sino el simple hecho de que había dejado de seguirme. Hoy, esto último lo tengo facilísimo; lo otro tengo que hacerlo por deducción, pero el margen de error es razonablemente pequeño, si uno compara quién se le va con los últimos tuiteos que ha subido y los últimos movimientos de sus cuentas de seguidores y seguidos.
Mi particular campeonato de unfollowers viene a estar así (sin orden de importancia, ni cualitativo ni cuantitativo):
1. Los cambistas de cromos - En un momento dado, te sigue alguien y vas a ver su perfil y sus últimos tuiteos o retuiteos. Y descubres que no tiene absolutamente nada en común contigo. Miras su número de seguidores y de seguidos y te das cuenta de que ambos se andan por el millar y están equilibrados. Bueno, pues no falla: ya tienes ahí a un coleccionista desesperado por incrementar sus cifras de todo. No entiendo muy bien a qué esta manía de crecer por que sí, pero ahí los tienes. Naturalmente, no le sigo a él, no me interesa para nada ni su actitud ni, generalmente, lo que cuenta. Y, obviamente, pasados dos o tres días sin que yo le dé, a mi vez, el anhelado «sí», me da el correspondiente unfollow. Adiós, muchacho, y pasa por la sombra.
2. Los apolíticos - Estos son los que más me cabrean, la verdad y me cabrean mucho. Te siguieron porque, en un momento determinado, hiciste mención de algo que tenía que ver con su centro de interés (por casualidad o porque ese centro de interés también es tuyo); luego descubrieron que ese interés era ocasional o bien que no es el único que tienes y plaf, unfollow al canto. Lo comprendo en el primer caso, pero no en el segundo. Y, desde luego, el unfollow es fulminante en cuanto dices algo sobre política (y tengo un caso detrás de la oreja que me huele a unfollow por causa de religión, pero eso tengo que contrastarlo más antes de señalar con el dedo). Lamentablemente, en este grupo se hallan principalmente ex-followers del mundo aeronáutico, para los cuales se ve que tendría que tener un usuario Twitter exclusivo para la aeronáutica y otro (u otros) para todo lo demás. Curiosamente, uno de esos unfollowers -de los primeros que tuve, además, en lo de la aeronáutica- fue... ¡una asociación a la que pertenezco!. ¿Qué pretenden unos y otros? ¿Que consagres tu vida y tu personalidad en red enteramente a ese concreto entorno?
3. Los adversarios políticos - Parecerá -o no- lógico: cuando a alguien de izquierdas le parece que eres de derechas, te expulsa de su paraíso tuitero; igualmente, cuando a alguien de derechas le resultas excesivamente rojo, ídem del lienzo. Si a un ultraespañolista le sales con un detalle excesivamente catalán (cosa que en mí debería ser rara, puesto que todo el mundo sabe que soy armenio), a la puta calle; y, por supuesto, muchos independentistas catalanes, a la que detectan mi hispanismo, me arrojan a las tinieblas. En estos grupos hay una curiosa particularidad: usuarios que aparecen como partidarios de la unidad de España que me han dado la patada porque me han visto... demasiado de izquierdas (cosa que no soy, o no soy típicamente, pero bueno...) como si no se pudiera ser de izquieras (en su caso) y partidario de la unidad de España (sobre esto ya he hablado antes, así que no me extiendo, pero no podía dejar de constatar de nuevo este tan batueco fenómeno).En este caso, sin embargo, se da una circunstancia muy curiosa: mis followers más fieles son algunos usuarios de derechas (muy de derechas) y algunos independentistas; no todos los independentistas o derechistas que en un momento dado me han seguido, pero sí un grupito de cada uno de ellos que parece inasequible al desaliento en esto de seguir mis paridas. Llama la atención, además, porque ambas tipologías ideológicas suelen caracterizarse (ojo, que es una generalización) por su falta de sentido del humor y por su falta de cintura ante las opiniones contrarias. Pues ya ves: estos, no; he ido a dar con las excepciones de la regla.
En fin que, como he dicho arriba, es divertido, todo esto. Quizá no tanto en el de los apolíticos que he citado, pero, en general, uno de los ejercicios que más me encanta últimamente cuando enciendo el PC de casa, es invocar al soplón, ver quién me ha fustigado con el látigo de su indiferencia tuitera y tratar de adivinar qué acción, omisión, palabra, silencio, actitud, gusto, disgusto, risa o llanto de los míos habrá causado su desagrado hasta el punto del asesinato pajaril.
Alguien tendría que estudiar esto con sistemática académica. Igual nos reiríamos aún mucho más.
La señal del pajarito y el logotipo y la marca Twitter son propiedad de Twitter, Inc
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