17 de octubre de 2013

Los juegos, tururú

El COI ha frenado en seco las aspiraciones de Barcelona para organizar unos juegos olímpicos de invierno. Menos mal. Menos mal porque esa fue una idea tóxica de Hereu que pudo haber traído consecuencias muy malas (algunas, de hecho, las llegó a traer). Y es que en Barcelona tenemos una desgracia: desde los juegos de Barcelona'92, aquí todos los alcaldes que sucedieron a Maragall han querido pasar a la historia con su correspondiente parida (y la correspondiente riada financiera, ojo): Clos nos metió el famoso Fórrum que, como se supo desde un primer momento, no sirvió para absolutamente nada, aparte de para crear un barrio que aún no saben qué hacer con él, porque aquello es como el Sahara con edificios (vacíos). ¿Quién se llenó los bolsillos (porque hubo bolsillos llenos a porrillo)? Lo dejo a la imaginación de cada cual. Hereu, a su vez, nos la intentó meter doblada con los juegos de invierno y con la Diagonal, pero, al final, el que se tuvo que sacar -y abierto- el paraguas de salva sea la parte fue él.

La primera ya fue en toda la frente: los famosos juegos invernales, competían directamente con las aspiraciones de Jaca, que ya habían sido anunciadas en aquel entonces, con lo cual puede suponerse que los aragoneses nos amaron profundamente; menos mal que, no hace tampoco tanto tiempo, tuvieron que renunciar a esa aspiración con independencia de que Barcelona mantuviera la suya o no.

La segunda, consistió en el invento en sí mismo: en Barcelona, en lo que es la propia Barcelona, se iban a quedar los deportes de hielo (patinaje y esas cosas), que no interesan a casi nadie, para qué nos vamos a engañar; y lo que suscita el mayor interés -que tampoco hay para tanto, como después veremos-, los deportes de nieve, iban a hacerse en los Pirineos, con todo lo cual, y muy al contrario de lo que sucedió con ocasión del 92, a los barceloneses nos importaban un perfecto pimiento los juegos de las narices. También intrínsecamente, porque si entráramos en otros factores, como el de las jaranas en tiempos como los que sufrimos, entonces ya habria que hablar de sapos y culebras.

Y todo esto es lo que ha visto el COI. Al loro con las razones que han aducido (según el medio antes enlazado) para darle a Clos Trias el tortazo:

Primera: en cuestión de deportes de invierno, en España no hay ni afición ni deportistas de referencia; a lo sumo -esto lo digo yo, pero a ver si no- unos cuantos miles (en número felizmente decreciente en estos tiempos) suben allá arriba a reventar el entorno natural para lucir el modelito.

Segunda (esta no la dice el medio, pero la he oído en alguna parte): la climatología ibérica da miedo. El mundo de los deportes de invierno tardará muchos años en olvidar el fiasco de aquellos campeonatos mundiales que iban a celebrarse en Sierra Nevada y que tuvieron que envainarse porque precisamente aquel año le dio por no nevar nada, nada, nada. El Pirineo no es lo mismo, está más al norte y tal; ya, sí, bueno, pero tampoco sería la primera vez que han pasado una temporada entera con un palmo de nieve y eso aún con cañones.

Tercera: la falta de apoyo ciudadano. Evidentísimamente: que nos entusiasmáramos hasta lo histórico con los Juegos del 92 no implica que nos vayan a poder vender así por las buenas cualquier cuchipanda del calzoncillo (valga tal también para la de referencia). Y menos, además, con la que está cayendo y con el cabreo que llevamos. No, no está el horno para bollos, y parece que en el COI lo ven mucho más claro que en el propio Ayuntamiento.

Cuarta (y ojo con ella, que tiene bemoles): la crisis económica que estamos sufriendo y la crisis política que están pasando España y Cataluña. Y no lo digo yo, ojo, vuelvo a remitirme al medio enlazado al principio. O sea que ya tenemos una muestra -felizmente barata, casi gratuita, en este caso- de lo que pasa cuando se plantean barbaridades.

Lo de siempre: han de venir de fuera para enmendarnos la plana cuando nuestros dilectos dirigentes se pasan de la raya con sus tonterías. Cuando no es la Unión Europea, el Tribunal de la UE de Bruselas o el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, ha de ser hasta el mismísimo Comité Olímpico Internacional. Y que no falten, ojo.

Si en la plaza del Pilar se descorcha hoy alguna botella de cava (y si fuera catalán, mayor aún el escarnio) tendrán sus buenas razones, las cosas como son. Y, aunque otras, no menos buenas serían las que deberían llevar a descorcharlas aquí.

Yo, igual lo hago: menudo marrón nos hemos quitado de encima.

Imagen: Biseth en Wikimedia Commons
Licencia: CC-by-sa

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