23 de octubre de 2013

Mossos vergonzosos (II...)

Hace pocos días, hacía un breve resumen de la triste y descendiente trayectoria del prestigio de los Mossos d'Esquadra en Cataluña. Hablaba de extralimitaciones, hablaba de condenas por torturas, hablaba de indultos...

Lo cierto es que una estructura interna corrompida por una falsa solidaridad que oculta cualquier barbaridad, una clase política que también la disimula, cuando no la justifica, y esa sensación de impunidad que parece embargar a los policías (equivalente a la de impotencia que sentimos los ciudadanos) derivada de la garantía de que, aunque se llegue a una condena (para lo cual es preciso un largo y tortuoso camino judicial, no exento en más de una ocasión de amenazas más o menos veladas para los que instan incansablemente un determinado procedimiento), hace que los casos de abusos policiales o de, lisa y llanamente, torturas se multipliquen en número y en gravedad, en una escalada a la que nadie competente (competente en el sentido administrativo de la palabra) parece dispuesto a poner fin.

En ese artículo antes aludido y enlazado, me refería de pasada a un incidente con resultado de muerte a raíz, decía, «de una detención muy conflictiva». Realmente fui cauto y moderado en mi expresión. Aquí puede verse lo que ocurrió:


Las imágenes hablan por sí mismas y las versiones de los testigos pasan a adquirir, con ellas, gran verosimilitud.

Serán los jueces los que habrán de calificar los hechos, pero éstos sí aparecen claros. Sólo queda identificar a los autores y a que éstos, agotadas todas las instancias judiciales, sean indultados por el Gobierno.

No sé cómo habrá que solucionar esto. Bueno, sí lo sé, pero no lo digo.

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