Los Mossos d'Esquadra fueron muy bien recibidos en la población catalana cuando asumieron las competencias plenas en materia de policía. Esa primera buena impresión fue in crescendo con el paso del tiempo, pese a que, en el ámbito rural, la Guardia Civil había dejado el listón muy alto (no pocas poblaciones, incluso de las de ayuntamiento monocolor convergente, se quejaron amargamente del cierre del tradicional «cuartelillo») y pese a que, también inicialmente, hubo algunas extralimitaciones que se atribuyeron a la juventud y poca experiencia del común de los miembros del cuerpo.
Pero han pasado los años y parece que esto no funciona. Paulatinamente, las «extralimitaciones» fueron convirtiéndose en auténticos casos de tortura y de brutalidad policial; la comisaría de Les Corts tiene una invocación siniestra, un sambenito -creado a partir de una realidad, o sea, merecido- que va a tardar años en quitarse de encima. Los procesamientos de agentes -frecuentemente en grupo, además- y las numerosas condenas por torturas en comisarías, coches patrulla y demás que, encima, han terminado en su mayor parte en indulto gubernamental, lo que incrementa el escarnio, han tocado seriamente la imagen de la policía catalana. Para colmo, si éramos pocos, parió la abuela de los antidisturbios, la BRIMO, un acrónimo con reminiscencias aún más siniestras que la comisaría de Les Corts, que tiene a sus espaldas lesionados gravísimos por pelotazos, comportamientos chulescos y brutales que han llenado YouTube, y un etcétera así de largo.
No hay manera de que los colectivos -sobre todo colectivos como los policiales- se den cuenta de que la única manera de limpiar su imagen es mediante una pública, rápida y fulminante corrección interna. Cuando un policía se extralimita, la única forma de que el prestigio del cuerpo al que pertenece permanezca incólume es que desde ese propio cuerpo se le propine un potente puntapié al infractor y se le catapulte con idéntica inmediatez en el juzgado de guardia, antes siquiera de que la propia ciudadanía llegue a enterarse, pero con luz y taquígrafos a inmediata continuación. En vez de eso, cerrojo corporativo y directivos políticos que se creen Napoleón porque tienen el control de una fuerza armada y creen que serán vistos como mejores jefes si disimulan las barbaridades de sus subordinados.
Si hubiera ese control interno dedicado a sancionar de manera incisiva, dolorosa e inmediata y la correspondiente transparencia informativa, no tendrían que pasar vergüenzas como la que sufrieron ayer: en la instrucción de la nada clara muerte de un ciudadano que falleció en el hospital después de habérsele practicado, por parte de los Mossos, una detención muy conflictiva, en la que varios ciudadanos aseguran que el detenido recibió una cierta ración de estopa a manos de los policías, el juez ha encargado la investigación del asunto al Grupo Segundo de Crimen Organizado del Cuerpo Nacional de Policía para garantizar «la objetividad e imparcialidad necesarias durante la fase de instrucción». En el País Vasco -y en el ambiente de terrorismo- la Guardia Civil «supervisó» más de una vez a la Ertzanza; pero era eso, un entorno de terrorismo de raíz política en el que cabe temer infiltrados en cualquier parte. En Catalunya y en un entorno de derecho común, es la primera vez que pasa.
Avergüéncense los directivos políticos y técnicos de los Mossos d'Esquadra, avergüéncense los que callan y disimulan cuando contemplan un desafuero. Avergüéncense de que desde una instrucción judicial se les ponga en la picota de la desconfianza y del descrédito.
Pero avergüéncense aún más de que, con el ambientillo que hay aquí, donde y cuando podría haberse dado una situación cívica de protesta relacionando esto con independencias y antiindependencias, la ciudadanía ha guardado un silencio claramente aprobatorio de la medida del juez.
Qué bochorno... policial.
Imagen: 1997 en Wikimedia Commons
Licencia: CC-by-sa
Dicen que me gusta llevar la contraria a todo el mundo. Pero yo respondo lo que el conductor kamikaze del chiste: es todo el mundo el que se empeña en llevarme la contraria a mí
11 de octubre de 2013
2 comentarios:
Ojo con lo que dices. Aquí puedes criticar a quien quieras y a lo que quieras (a mí incluido) pero guardando ciertas formas. El insulto y la falta de respeto, los sueltas en la taberna o en tu propio blog, no vengas a tocar las narices al mío. Lo que quiere decir que si contravienes esta condición, borraré sin más lo que hayas escrito y me da igual que clames por la censura o por la leche frita. Pero no habrá que llegar a eso ¿verdad?
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En los tiempos de las vacas gordas, hubo convocatorias de hasta 1.400 plazas anuales. Resultado: llevan arma y placa personajes que no servirían ni para segurata de discoteca poligonera. Ahora bien, generalizar es malo. He tenido contacto profesional con agentes de la policía judicial y me han parecido gente muy competente.
ResponderEliminarNo sé si te habrá llegado este audio sobre el tema. Espeluznante.
ResponderEliminarhttp://t.co/5NmL4h47Yt